La historia comenzó cerca del pueblo de Charly-sur-Marne en la región francesa de Champaña, donde un muy joven Christophe Baron caminaba por el viñedo familiar con su padre y su abuelo. Era el más joven de la centenaria casa de Champaña, el barón Albert, y sus antepasados habían trabajado la tierra desde 1677.
Al igual que generaciones anteriores de padres e hijos, llevaba en la sangre ser viticultor y creador, un verdadero viñero. “Es un título con el que se nace, no algo que se adquiere o se aprende en la escuela”, dice Christophe.
Joven e inquieto
Después de estudiar viticultura en Champaña y Borgoña, Christophe se dio cuenta de que aún no estaba preparado para entrar en el negocio familiar y cedió a las ganas de viajar. “En Borgoña, se enamoró de la Pinot Noir y conoció a algunos estadounidenses que tenían tierras en Oregón”.
Una inesperada pasantía en una bodega llevó a Christophe al valle de Walla Walla por primera vez en 1993. Al finalizar, viajó por todo el mundo adquiriendo más experiencia en Australia, Nueva Zelanda, Rumania y Oregón. Tenía la intención de comprar un terreno y comenzar un viñedo en Willamette Valley desde cero, pero todos esos planes se detuvieron abruptamente una mañana de abril de 1996.
Acres de piedras
Christophe había regresado a Walla Walla para una visita estrictamente social y estaba deambulando por el campo con un amigo. Mientras conducían por el lado de Oregón del valle de Walla Walla, divisó un campo abierto lleno de acres de piedras del tamaño de una pelota de béisbol. Los planes de mudarse al valle de Willamette se descartaron rápidamente y Christophe decidió comprar la propiedad y plantar un viñedo.