Palacios Remondo siempre ha sido uno de los elaboradores de referencia en la Rioja Baja, más asociada a las grandes producciones que a las grandes marcas de calidad. Por eso no es extraño que Álvaro Palacios intentara acuñar el nombre menos peyorativo de Rioja Oriental que ha prosperado finalmente dentro del Reglamento.
Desde que el famoso enólogo español se hiciera con la bodega familiar, su visión de esta parte de Riojase podría resumir en dos palabras: garnacha y altura. De hecho, la gran joya de la bodega es la magnífica finca La Montesa, que se alza en las faldas del Monte Yerga. En esta ubicación, buscando las orientaciones adecuadas y apoyándose en la variedad natural de Rioja Baja, la garnacha, se consiguen vinos muy diferenciados del resto de la denominación, con una
carga aromática y una potencia balsámica que aportan buenas dosis de frescura. Gran conocedor de la variedad por su trabajo en Priorat, Álvaro ha hecho que ésta se convierta en la gran protagonista de las elaboraciones de la casa.
También ha aplicado en Rioja la estrategia de lanzar un tinto top de un viñedo muy singular. Quiñón de Valmira procede de un paraje de tres hectáreas plantado en vaso en 1985 que se distingue por la afloración de horizontes de carbonato cálcico a 20 centímetros de la superficie. Es también garnacha con muy pequeños porcentajes de variedades minoritarias y trabajada en foudre y bocoy. Ofrece un perfil aéreo y delicado, con notas florales y cítricas pero perfil muy sápido en boca.