En el año 2000 adquieren una finca abandonada desde hacía 80 años y la ponen en producción con un objetivo claro y un compromiso firme: elaborar vino de calidad, acorde con las exigencias del mercado y con técnicas totalmente respetuosas con el medio ambiente.
En el 2006 se terminó la primera fase de la bodega: arquitectura al más puro estilo tradicional donde se conjuga la funcionalidad, la coquetería y el ahorro energético.
Se proponen en su “bodega boutique” dar la
importancia que se merecen las energías limpias y elaborar un vino sano, libre de cargas medioambientales. Es una pequeña aportación al medio ambiente y al cuidado del entorno rural en el que se sitúan.
Su símbolo, la chimenea, rinde un modesto homenaje a ese elemento arquitectónico tan singular y tan necesario en la cocina canaria, donde se mezclan aromas de distintas generaciones, de distintos compuestos culinarios (queso ahumado, leña que arde, mojo palmero, vino nuevo, tea, …)