Historia
Pierre-Nicolas Perrier y Rose-Adélaïde Jouët compartían la misma pasión por la naturaleza y las artes. Ella era una joven culta de una familia de comerciantes normandos; él, un distinguido viticultor y botánico. En 1811, un año después de su matrimonio, fundaron la Maison Perrier-Jouët para responder a su deseo de crear una Casa de Champaña diferente.
La pasión de los fundadores por el arte, la naturaleza y el champán se ha transmitido de generación en generación. Botánico como su padre, su hijo Charles Perrier asumió la dirección de la casa en 1848. La filosofía familiar, que favorece la creatividad y una observación poco convencional de la naturaleza, es inseparable de la historia del champán. Hoy en día, estos valores siguen dando forma y definiendo a Maison Perrier-Jouët.
Viticultura regenerativa
En los viñedos, según los principios de la viticultura regenerativa, los suelos flexibles permiten el despliegue de las raíces, mientras que las cubiertas vegetales favorecen la fertilidad y el drenaje, para una captación óptima del agua. Fuentes de vida, las colmenas, los muros bajos y los árboles que rodean el viñedo permiten que la fauna nidifique y se mueva con total seguridad, enriqueciendo la biodiversidad temporada tras temporada.
Es en la región francesa de Champagne donde crecen las vides que producirán champán.
Combinando suelo calizo, un clima de doble influencia, oceánico y continental, y un terreno montañoso: su terruño ofrece condiciones ideales de cultivo para las diferentes variedades de uva de la denominación.
Allí prospera especialmente bien el Chardonnay, la variedad de uva característica de Perrier-Jouët. Beneficiándose de las propiedades de la tiza para desarrollar mineralidad, notas frescas y acidez, expresará notas florales de gran finura en las distintas añadas de la Casa.
Cosechadas a mano, en perfecta madurez, luego prensadas delicadamente lo más cerca posible del viñedo, las uvas se transportan a las bodegas de la Casa en Épernay. Es allí donde el jugo recién exprimido realizará su primera fermentación y se convertirá en lo que llamamos un vino claro.
Crianza
Los champagnes Perrier-Jouët envejecen durante 3 o 4 años en la bodegas. Un período de maduración imprescindible para permitir que florezcan los aromas de cada añada. Los champagnes añejos esperan hasta 8 años antes de revelar sus sabores florales y complejos. Un envejecimiento imprescindible para Perrier-Jouët, que supera con creces las exigencias de la denominación.